Rogers se interesó en el estudio del
individuo en sí mismo. Para esto desarrolló una teoría de la personalidad
centrada en el yo, en la que se ve al hombre
como un ser racional, con el mejor conocimiento posible de sí mismo y de sus
reacciones, proponiendo además el autoconocimiento como base de la
personalidad y a cada individuo como ser individual y único, Rogers en su
teoría de la personalidad le otorga una importancia fundamental a dos
constructos, que serán la base de ésta, tales constructos son el organismo y el sí mismo.
El organismo, sería el centro de
cualquier experiencia que incluya todo aquello que ocurre internamente en el
organismo. Esta totalidad experiencial constituye el campo fenoménico que es el
marco de referencia individual conocido solo por la persona. De hecho el modo
como el individuo se comporta depende del campo fenoménico, es decir, la
realidad subjetiva y no de las condiciones estimulantes (realidad externa),
este campo fenoménico sería entonces para Rogers la simbolización de parte de
las experiencias de cada persona. Es posible, sin embargo, que la experiencia
no se represente de un modo correcto, en dicho caso la persona se desempeñará
inadecuadamente. Según la teoría de Rogers todas las personas tienden a
confrontar sus experiencias simbólicas con el mundo objetivo, esta verificación
de la realidad le proporciona al sujeto un conocimiento confiable del mundo el
cual le permite conducirse adecuadamente en la sociedad, sin embargo en algunas
ocasiones estas verificaciones pueden ser incorrectas, lo cual conlleva al
individuo a tener un comportamiento carente de realismo.
El sí mismo por otra parte sería una
parte del campo fenoménico que poco a poco se va diferenciando y que en
definitiva representa lo que la persona es. Además del sí mismo como tal,
existe un sí mismo ideal que representa lo que la persona desearía ser.
Podríamos decir entonces, en términos
más simples, que el yo o si mismo estaría constituido por un conjunto cambiante
de percepciones que se refieren al propio individuo. Como ejemplo de estas
percepciones tendríamos: las características, atributos, capacidad, valores,
etc, que el sujeto reconoce como descriptivos de su persona y que percibe como
partes de su identidad. Mientras que el organismo sería la unidad psicofísica
total de la cual el yo formaría parte.
El organismo posee la tendencia innata a
la actualización, la cual preside el ejercicio de todas las funciones, tanto
físicas como de la experiencia. Tiende constantemente a desarrollar las
potencialidades del individuo para asegurar su conservación y enriquecimiento,
teniendo en cuenta las posibilidades y los límites del ambiente. Por lo tanto,
ya que el yo o "si mismo" es parte del organismo podemos concluir que
también está sujeto a lo que es la tendencia actualizadora. La tendencia a la
actualización del yo actúa constantemente y tiende, también constantemente a la
conservación y al enriquecimiento del yo, es decir, se opone a todo lo que lo
comprometa. Sin embargo, el éxito o la eficacia de esta acción, no depende de
la situación real u objetiva, sino de la situación tal como el sujeto la
percibe, y el sujeto percibe la situación en función de la noción que tiene de
su yo. Podríamos decir entonces que, de acuerdo a Rogers, el mundo es percibido
a través del prisma del yo, o sea, lo que se refiere al yo tiene tendencia a
ser percibido en relieve y es susceptible de ser modificado en función de los
deseos del sujeto, mientras que lo que no tiene relación con el yo, tiene
tendencia a ser percibido de forma más vaga o a ser totalmente pasado por alto.
De tal modo que en última instancia, es la noción que se tiene del yo la que
determina la eficacia o ineficacia de la tendencia actualizante.
Un ejemplo de lo anterior sería el caso
de un sujeto invitado a participar de un festival de canto. Si él se percibe a
si mismo como una persona "desafinada" evitará presentarse a la
competición, por muy talentoso que este, de hecho, sea y por muy ventajosa que
sea la oportunidad. Esto se debe a que para el sujeto la participación en el
concurso en lugar de representar una ocasión de enriquecimiento, se presenta
como un riesgo para la conservación de su yo, tal como él lo percibe.
Supongamos luego que el mismo sujeto se percibe a sí mismo como poco resistente
a los fracasos o al ridículo. En presencia de tal concepción del yo, la
tendencia actualizadora en lugar de incitar al sujeto a participar del festival
le lleva, más bien, a abstenerse, defendiendo la imagen que tiene de sí mismo.
A partir de lo anterior podemos observar
que la eficacia de la tendencia a la actualización del yo depende del carácter
realista de la noción del yo. La noción del yo es realista cuando hay
correspondencia o congruencia entre los atributos que el sujeto cree poseer y
los que posee en realidad. Para comprobar el carácter realista de cualquier
percepción que atañe a la noción del yo, el individuo dispone de dos clases de
criterios. El primero se refiere a la experiencia vivida del sujeto (a
propósito del objeto en cuestión), mientras que el segundo consiste en el
testimonio que da la conducta del sujeto y la de los demás respecto a él. En el
caso de que la noción del yo sea real, la actualización estará guiada de un
modo adecuado y el individuo tendrá bastantes probabilidades de alcanzar los
fines que se propone; en el caso contrario, es decir, cuando la noción del yo
lleva consigo lagunas y errores (como sería el caso de los individuos que se
apegan al yo ideal que plantea Horney) la tendencia actualizante no aparecerá
clara, se propondrá fines difíciles de alcanzar, sino irrealizables que
terminaran en frustraciones y fracasos, los cuales obstaculizan el buen
rendimiento.
Comentario sobre el modelo de Carl
Rogers
Desarrolló una teoría de la personalidad
centrada en el yo, en la que ve al hombre como un ser racional, con el mejor conocimiento de sí mismo y de sus
reacciones; Además propone el autoconocimiento como base de la personalidad y a
cada individuo como ser individual y único.
A medida que el ser humano va madurando, el entorno impone lógica y orden. El individuo se va haciendo consciente de esta
lógica, el yo se asoma y se diferencia del mundo fenoménico. Este hecho le permite al yo, pasar a ser parte de consciente de su experiencia; evoluciona en relación con el mundo, desea ser consistente y podría presentarse un cambio mediante las interacciones que se producen. Rogers nos plantea el organismo como un todo organizado y funcional, con una fuente central de energía que sería la tendencia a la actualización, mantenimiento y mejora del mismo. Estos procesos conducirían al organismo a la valoración
A medida que el ser humano va madurando, el entorno impone lógica y orden. El individuo se va haciendo consciente de esta
lógica, el yo se asoma y se diferencia del mundo fenoménico. Este hecho le permite al yo, pasar a ser parte de consciente de su experiencia; evoluciona en relación con el mundo, desea ser consistente y podría presentarse un cambio mediante las interacciones que se producen. Rogers nos plantea el organismo como un todo organizado y funcional, con una fuente central de energía que sería la tendencia a la actualización, mantenimiento y mejora del mismo. Estos procesos conducirían al organismo a la valoración
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